La devoción popular y la tradición se entrelazan para preservar la historia y el espíritu de San Millán El segundo capítulo del Festival Mun...
La devoción popular y la tradición se entrelazan para preservar la historia y el espíritu de San Millán
Caracas- Venezuela, 23 de junio de 2024. La parranda de San Juan es una celebración anual que tiene lugar en diversos pueblos del país, uno de ellos, el pueblo de San Millán, Venezuela, cerca de la ciudad de Puerto Cabello. Esta fiesta honra el día de San Juan Bautista cada 24 de junio y se ha convertido en un símbolo de la identidad cultural de la región. Con raíces que se remontan aproximadamente 300 años, la parranda de San Millán es una expresión viva de la tradición, la música y la devoción popular en Venezuela.
Origen de la parranda de San Juan en San Millán
El origen de la parranda de San Juan en San Millán se remonta a la época colonial, cuando las comunidades africanas se asentaron en la región de Carabobo. Familias como los Quirindongo y Jiménez Faneite fueron responsables de preservar y transmitir las tradiciones que hoy en día forman parte integral de la celebración. A lo largo de los siglos, la parranda ha evolucionado y adaptados elementos de diversas culturas, pero siempre manteniendo su esencia y significado para la comunidad local.
Preparación y desarrollo de la parranda
La preparación para la parranda comienza meses antes, cuando los grupos de parranderos se reúnen para organizar el evento. La celebración inicia el 31 de mayo con la primera aparición de la figura de San Juan Bautista, que reemplaza a la tradicional cruz de mayo. Durante todo el mes de junio, la comunidad se involucra en una serie de actividades que culminan el 24 de junio, día de la fiesta de San Juan Bautista.
La parranda de San Millán es una celebración multifacética que involucra música, danza, procesiones, cantos, repique de tambores y otras manifestaciones culturales. Uno de los elementos más característicos y emblemáticos de la parranda son los tambores de San Millán, cuyo sonido único y ritmos tradicionales son fundamentales para la identidad musical de la región.
Fabricación y técnica de los tambores de San Millán
Los tambores de San Millán se fabrican de manera artesanal con madera y pieles de venado, lo que les confiere un sonido distintivo. Existen diferentes tipos de golpes y ritmos tradicionales, como el "sangueo", "malembe", "golpiao" y "corrío", que se ejecutan en las distintas etapas de la parranda. La técnica de repique de estos tambores es una habilidad que se transmite de generación en generación dentro de la comunidad local.
La ejecución de los tambores de San Millán sigue una técnica específica que involucra formar un triángulo con los dedos en el parche del tambor. Para el sonido abierto, se pega con la yema de los dedos en la parte superior del triángulo. Para el sonido grave o bajo, se mete la mano completa en el centro del triángulo, usando el peso del antebrazo. Es importante mantener el sonido continuo sin interrumpir el ritmo, dejando que el aire resuene en el parche.
El repique de los tambores es responsorial, con un solista que canta seguido por el coro, creando una interacción entre el tambor y la voz. Esta técnica de canto y repique de tambor es una de las características más distintivas de la parranda de San Millán y ha sido transmitida oralmente a través de los siglos.
Otros elementos musicales de la parranda
Además de los tambores, la parranda de San Millán incluye una variedad de instrumentos musicales tradicionales, como el cuatro, las maracas y el güiro. Juntos, estos instrumentos forman la base de la música que acompaña las danzas y procesiones de la celebración.
Las danzas de la parranda de San Millán son una mezcla de influencias africanas, indígenas y españolas. Los bailarines visten trajes coloridos y elaborados, con elementos como máscaras, plumas y cascabeles. Las danzas se realizan en círculos, líneas y parejas, y a menudo imitan animales o personajes de la mitología local.
Las procesiones son otro elemento fundamental de la parranda de San Millán. Los fieles cargan imágenes de San Juan Bautista y recorren las calles del pueblo, acompañados por los tambores, cantos y danzas. Estas procesiones son momentos de devoción y celebración comunitaria, donde se reafirma la fe y la identidad cultural. Además, la parranda incluye otros rituales y tradiciones, como la bendición de las aguas y la quema de Judas.
A lo largo de los años, la parranda de San Millán ha sido objeto de numerosos estudios y documentaciones por parte de académicos, artistas y activistas culturales. Estos esfuerzos han contribuido a preservar y difundir la tradición a nivel nacional e internacional. En 2021, la parranda de San Millán fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela, y actualmente la comunidad está trabajando en un expediente para solicitar el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La parranda de San Millán ha trascendido las fronteras de San Millán y se ha convertido en un símbolo de la identidad cultural de toda la región de Carabobo. Cada año, miles de personas acuden a San Millán para participar en la fiesta y disfrutar de su música, danza y tradiciones. La parranda también ha inspirado a artistas de todo tipo, desde músicos y bailarines hasta pintores y escritores, quienes han contribuido a su difusión y valoración a nivel nacional e internacional.
Desafíos y continuidad de la tradición
A pesar de los desafíos que enfrenta la comunidad de San Millán, como la migración y la falta de recursos, la parranda sigue siendo una celebración viva y vibrante. Los jóvenes de la comunidad se involucran desde temprana edad en la tradición, aprendiendo a tocar los tambores, bailar las danzas y participar en los rituales, lo que asegura la continuidad de esta expresión cultural.
En resumen, la parranda de San Juan de San Millán es una tradición viva y dinámica que refleja la riqueza y diversidad cultural de Venezuela. Con sus tambores, danzas, cantos y rituales, la parranda es una expresión de la espiritualidad, la creatividad y la resistencia de un pueblo que ha sabido preservar y transmitir su legado a través de los siglos. La parranda de San Millán es un patrimonio que pertenece a toda la humanidad y que merece ser conocido, valorado y preservado para las generaciones futuras.