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Día Internacional de Reducción de Riesgos y Desastres

  Cada 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción de Riesgos de Desastres, promoviendo prevención, resiliencia y educac...

 

Cada 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción de Riesgos de Desastres, promoviendo prevención, resiliencia y educación global.
Cada 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción de Riesgos de Desastres, promoviendo prevención, resiliencia y educación global.


¿Por qué celebrar el Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres?


Cada 13 de octubre, Naciones Unidas convoca al mundo a conmemorar el Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres. Esta fecha, oficializada en 1989 mediante la resolución 44/236 de la Asamblea General, busca concienciar sobre la necesidad de prevenir y mitigar los efectos de terremotos, inundaciones, huracanes y otros fenómenos que amenazan vidas y economías. A través de foros, simulacros y campañas educativas en más de 100 países, actores públicos y privados refuerzan estrategias de protección y resiliencia comunitaria.


Orígenes y evolución del Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres


El Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres nació el 22 de diciembre de 1989, con el objetivo de focalizar esfuerzos en desastres naturales. En 2009, durante la Segunda Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Reducción de Desastres en Kobe, se redefinió su alcance, incorporando las “amenazas antropogénicas” y adoptando su actual denominación. Desde 2015, el Marco de Sendai 2015-2030 ha guiado las prioridades globales: comprender el riesgo, fortalecer la gobernanza, invertir en prevención y mejorar la preparación para emergencias.

A lo largo de cuatro décadas, hitos como el Ciclón Bhola en Bangladés (1970), que causó más de 300.000 fallecimientos, y el tsunami del Océano Índico (2004), con casi 230.000 víctimas, han impulsado reformas en políticas nacionales y sistemas de alerta temprana. Estos eventos demostraron que la pérdida de vidas puede reducirse cuando las comunidades disponen de información, infraestructura adecuada y protocolos de respuesta claramente establecidos.


Estadísticas y evidencia científica del Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres


Según el Centro para la Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED), entre 1970 y 2019 más de 4.4 mil millones de personas resultaron afectadas por desastres, con pérdidas económicas que superaron los 3.64 billones de dólares. En la última década, la mortalidad global por eventos naturales ha disminuido un 23% gracias a sistemas de alerta y mejoras en la infraestructura.

Un análisis del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que cada dólar invertido en prevención y mitigación genera un retorno de hasta siete dólares en ahorro de costes de reconstrucción. Estudios publicados en la revista Nature muestran que las inversiones en manglares, barreras costeras y reforestación urbana han reducido el impacto de inundaciones costeras en un 30% en regiones vulnerables desde 2010.


Principales amenazas y tendencias globales


El cambio climático acelera la frecuencia y severidad de eventos meteorológicos extremos. Entre 1970 y 2020, la incidencia de tormentas severas se cuadruplicó, afectando a más de 54 millones de personas anualmente. Además, los desastres geológicos, como terremotos y erupciones volcánicas, mantienen su potencial destructivo: el sismo de 2010 en Haití causó 230.000 muertes, mientras que la erupción del Monte Santa Helena en 1980 sembró un precedente de monitoreo volcánico continuo.


Innovaciones tecnológicas en prevención de desastres


La tecnología ha transformado la gestión de emergencias: sistemas de alerta sísmica basados en sensores de alta velocidad, como el Early Warning de Japón (implementado en 2007), permiten notificar a la población segundos antes del temblor. Plataformas satelitales de la NASA y la ESA ofrecen imágenes en tiempo real para seguimiento de huracanes y monitoreo de ríos. Además, la inteligencia artificial anticipa patrones de incendios forestales con un margen de días, mientras drones y mapeo 3D aceleran la evaluación de daños post-evento.


El rol de la comunidad en la reducción de riesgos


La participación ciudadana es pilar de la resiliencia. En Filipinas, comités locales de reducción de desastres capacitan a vecinos en primeros auxilios y rutas de evacuación, reduciendo muertes por inundaciones en un 40% desde 2012. En Costa Rica, brigadas voluntarias monitorean crecientes fluviales e instalan barreras de arena, garantizando evacuaciones seguras. Estos modelos de “gestión de abajo hacia arriba” demuestran que la información y el empoderamiento comunitario salvan vidas.


Historias de éxito en reducción de desastres


Bangladés constituye un ejemplo paradigmático: tras el catastrófico ciclón de 1991, el gobierno y ONG internacionales erigieron 3.000 refugios costeros y establecieron una red de sirenas comunitarias. En el ciclón Sidr (2007), estas medidas permitieron evacuar a más de 2 millones de personas y reducir la cifra de víctimas mortales de cientos de miles a 3.500.

En México, el sistema de alerta sísmica —integrado en 1991 tras el terremoto de 1985— avisó a 50 millones de habitantes antes del sismo de septiembre de 2017, logrando disminuir la tasa de mortalidad en un 55% respecto a eventos similares en décadas anteriores. Estos casos refuerzan la idea de que la prevención y la coordinación interinstitucional son inversiones indispensables.


Reflexiones finales sobre reducción de riesgos y desastres


La experiencia global demuestra que la clave está en combinar ciencia, tecnología y acción comunitaria. Invertir en infraestructura resistente, educación pública y sistemas de alerta temprana no solo salva vidas, sino que protege el desarrollo económico local. A su vez, la integración de la gestión de riesgos en políticas urbanas y territoriales es esencial para enfrentar el cambio climático y la urbanización acelerada.

El Día Internacional para la Reducción de Riesgos y Desastres nos recuerda que cada uno desempeña un rol: gobiernos, empresas, académicos y ciudadanía deben articular esfuerzos. Solo así lograremos transformar la evidencia científica en acciones concretas que reduzcan la vulnerabilidad y fortalezcan la resiliencia global.


Epílogo: hacia un futuro resiliente


Personalmente, me inspira ver cómo comunidades de todas las latitudes, desde pequeñas islas del Pacífico hasta megaciudades asiáticas, comparten conocimientos y tecnologías para protegerse. Te invito a informarte sobre los riesgos en tu entorno, a participar en simulacros locales y a apoyar iniciativas que promuevan la prevención. Construir un mañana más seguro es responsabilidad colectiva y comienza con acciones cotidianas.

¡Ven y Aprende Curioseando!

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