Las Zaragozas de Sanare celebran a los Santos Inocentes con música, vestimenta y promesas, patrimonio cultural vivo de Venezuela. Defini...
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| Las Zaragozas de Sanare celebran a los Santos Inocentes con música, vestimenta y promesas, patrimonio cultural vivo de Venezuela. |
Definición y relevancia de Las Zaragozas de Sanare
Las Zaragozas de Sanare son una manifestación cultural y religiosa que se celebra cada 28 de diciembre en el municipio Andrés Eloy Blanco del estado Lara, Venezuela. La fiesta honra a los Santos Inocentes, niños martirizados por la orden del rey Herodes según el relato bíblico, y se expresa mediante música, danza, vestimenta multicolor y la participación de promeseros que cumplen compromisos espirituales. Su relevancia actual radica en que constituye un patrimonio vivo con más de cuatro siglos de historia, transmitido de generación en generación, y reconocido como símbolo de resistencia cultural frente a la homogeneización global. En un contexto de modernidad y pérdida de tradiciones, Las Zaragozas se mantienen como un referente de identidad larense y venezolana, con impacto social, económico y pedagógico.
Historia de Las Zaragozas de Sanare
El origen de Las Zaragozas se remonta al siglo XVII, coincidiendo con la fundación de Sanare en 1620. Documentos coloniales registran que las autoridades españolas calificaban la celebración como un “desorden” y un atentado contra la moral, lo que confirma su existencia temprana. La fiesta surgió como un sincretismo cultural entre tres tradiciones: la indígena, que aportó el uso de máscaras y rituales comunitarios; la africana, que introdujo los tambores y ritmos festivos; y la española, que aportó la estructura religiosa católica. Durante la colonia, los esclavizados y campesinos encontraron en esta celebración un espacio de resistencia cultural, transformando el relato bíblico de la matanza de los Santos Inocentes en un acto de agradecimiento y fe. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la tradición se consolidó en Sanare y pueblos cercanos como Cubiro y Quíbor, resistiendo intentos de prohibición. En el siglo XX, estudios antropológicos confirmaron su carácter patrimonial, y en el siglo XXI se ha fortalecido como símbolo de identidad cultural y memoria colectiva.
Datos clave sobre Las Zaragozas de Sanare
Las Zaragozas se celebran cada 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, y reúnen a cientos de promeseros vestidos con trajes de retazos multicolores y máscaras de madera. La música es interpretada con cuatros, quintas, tambores y maracas, acompañando cantos improvisados y aguinaldos religiosos. La Capitana de las Zaragozas, figura femenina que custodia los cuadros de los Santos Inocentes, organiza la procesión y coordina la visita a los altares familiares. Según investigaciones culturales, la fiesta combina tres dimensiones: la religiosa (devoción a los Santos Inocentes), la comunitaria (participación de familias enteras) y la estética (vestimenta y música como símbolos de identidad). La promesa es el núcleo del ritual: los devotos se comprometen a participar cada año como agradecimiento por favores recibidos, especialmente relacionados con la salud de los niños.
Promesas religiosas en Las Zaragozas
Las promesas constituyen el eje espiritual de la fiesta. Padres y madres prometen vestirse de zaragozas si sus hijos sanan de una enfermedad o se mantienen protegidos. Otros devotos agradecen favores como la superación de dificultades económicas o la protección comunitaria. Existen también promesas heredadas, transmitidas de generación en generación, que refuerzan la continuidad cultural. Estas promesas son pactos de fe que se materializan en la vestimenta, el baile y la música, convirtiendo la devoción en un espectáculo colectivo de resistencia y memoria. Según estudios de antropología cultural, las promesas son la razón por la cual la fiesta se mantiene viva, pues cada año se renuevan compromisos que aseguran la participación de nuevas generaciones.
Vestimenta de los Zaragozas
La vestimenta es uno de los elementos más llamativos de la fiesta. Los trajes se confeccionan con retazos multicolores, formando sayas, refajos y mantones. Las máscaras de madera, talladas artesanalmente y pintadas con colores vivos, ocultan la identidad del promesero y simbolizan la transformación ritual. Los sombreros y tocados se adornan con cintas y flores, mientras que las chapucias (varas decoradas) y banderas multicolores acompañan la procesión. Cada traje es único, pero todos juntos forman un mosaico de colores que refleja la diversidad y la alegría de la comunidad. La vestimenta no es solo estética: es un símbolo de promesa cumplida y de pertenencia cultural.
Música de Las Zaragozas
La música es el pulso de la celebración. Se interpretan sones del tamunangue, golpes de tambor larense y aguinaldos religiosos. Los instrumentos principales son el cuatro venezolano, la quinta, los tambores y las maracas. Los músicos improvisan versos y coplas, mezclando humor, crítica social y agradecimiento. La música cumple funciones rituales, festivas y comunitarias, reforzando la identidad sonora de la fiesta. Según estudios etnomusicológicos, la combinación de cuerdas y percusión refleja el sincretismo cultural que caracteriza a Las Zaragozas. La música no solo acompaña la procesión, sino que también marca el ritmo de la promesa y la alegría colectiva.
Casos documentados de Las Zaragozas de Sanare
Diversos casos documentados ilustran la fuerza de esta tradición. En el siglo XVII, cronistas coloniales registraron que los participantes eran expuestos al escarnio público por desafiar el orden establecido. En el siglo XIX, testimonios locales señalan que la fiesta se mantenía en casas familiares, donde se guardaban los cuadros de los Santos Inocentes y se organizaban las procesiones. En el siglo XX, antropólogos describieron cómo las familias organizaban altares en sus casas, preparando la música con cuatros y tambores. En el siglo XXI, reportajes periodísticos han mostrado la participación de más de 500 promeseros en Sanare, con visitantes nacionales e internacionales que acuden para presenciar la fiesta. Estos casos confirman que Las Zaragozas no son un evento aislado, sino una tradición con más de 400 años de historia, que ha resistido prohibiciones y transformaciones sociales.
Impacto actual de Las Zaragozas de Sanare
El impacto actual de Las Zaragozas se manifiesta en múltiples dimensiones. En lo cultural, refuerzan la identidad larense y venezolana, siendo reconocidas como patrimonio inmaterial por instituciones nacionales. En lo social, fortalecen la cohesión comunitaria, pues familias enteras participan en la organización de altares y procesiones. En lo económico, generan turismo cultural, atrayendo visitantes que dinamizan la economía local. En lo pedagógico, sirven como herramienta para transmitir valores de fe, resistencia y memoria a las nuevas generaciones. Investigaciones recientes destacan que la fiesta contribuye a preservar la diversidad cultural frente a la homogeneización global, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y continuidad histórica. Además, la fiesta ha sido objeto de estudios académicos que la consideran un ejemplo de cómo las tradiciones populares pueden convertirse en patrimonio cultural con impacto nacional e internacional.
Reflexión final sobre Las Zaragozas de Sanare
Las Zaragozas de Sanare son más que una fiesta popular: representan un pacto de fe y memoria que ha sobrevivido durante más de cuatro siglos. Su origen en el siglo XVII, su consolidación en el XIX y su reconocimiento en el XXI demuestran la capacidad de las comunidades para preservar su identidad frente a la adversidad. La música, la vestimenta y las promesas son expresiones de un sincretismo cultural que une lo indígena, lo africano y lo español en un ritual único. En un mundo donde las tradiciones enfrentan la amenaza de la globalización, Las Zaragozas se erigen como un recordatorio de que la memoria cultural puede transformarse en noticia viva, capaz de inspirar a nuevas generaciones.
La reflexión crítica apunta a que su preservación no depende solo de la comunidad de Sanare, sino de un compromiso nacional por valorar y difundir el patrimonio cultural venezolano. La fiesta es, en definitiva, un testimonio de resistencia, fe y creatividad que merece ser protegido y difundido. Cada promesero que se viste de zaragoza, cada tambor que suena en las calles y cada altar que se levanta en las casas son piezas de un mosaico cultural que conecta pasado y presente. La continuidad de Las Zaragozas es también una invitación a repensar el papel de las tradiciones en la construcción de ciudadanía y en la defensa de la diversidad cultural.
En conclusión, Las Zaragozas de Sanare son una celebración que trasciende lo religioso para convertirse en un fenómeno social, cultural y pedagógico. Su permanencia durante más de 400 años demuestra que las tradiciones populares, cuando están arraigadas en la fe y en la comunidad, pueden resistir el paso del tiempo y las transformaciones históricas. El futuro de Las Zaragozas dependerá de la capacidad de las nuevas generaciones para asumirlas como parte de su identidad y de las instituciones culturales para reconocerlas como patrimonio invaluable. Así, la fiesta seguirá siendo un canto de colores, música y promesas que honra a los Santos Inocentes y reafirma la memoria viva de Venezuela.
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