Page Nav

HIDE

Grid Style

GRID_STYLE

Hover Effects

TRUE

Breaking News:

latest

Ads Place

Batería de Tambores Culo e' Puya y Quitiplas en Comunidades Petareñas

Petare – Venezuela, 10 de julio de 2025. El Centro de Educación y Cultura Escuela Graduada Núñez Ponte, ubicado en el Barrio San José de la...





Petare – Venezuela, 10 de julio de 2025. El Centro de Educación y Cultura Escuela Graduada Núñez Ponte, ubicado en el Barrio San José de la parroquia Petare Norte, en el municipio Sucre del estado Miranda, fue sede de un gran taller de tambor realizado por el Colectivo Cultural Petare "Tambor en Alta", en conjunto a la Dirección de Cultura de la Alcaldía del municipio Sucre y la Comuna Vamos con Todo, en el que niñas, niños y jóvenes de las comunidades aledañas pudieron disfrutar y aprender sobre las manifestaciones culturales del pueblo mirandino, principalmente del eje Barlovento. En esta jornada conocieron más sobre la Batería de Culo e' Puya y el Quitiplás, instrumentos típicos de la afrovenezolanidad.

Introducción a la batería de tambores Culo e' Puya y Quitiplas


La batería de tambores Culo e' Puya y Quitiplas es una de las expresiones más vibrantes del patrimonio musical afrovenezolano. Este conjunto polirrítmico, formado por tambores de distintas formas y tamaños, convoca anualmente a comunidades de Barlovento en las fiestas de San Juan Bautista y San Pedro. Su fuerza sonora no solo marca un pulso festivo, sino que articula la memoria colectiva de generaciones que han mantenido viva una tradición traída del antiguo Reino del Congo.

En este artículo investigativo exploraremos sus orígenes históricos, su construcción artesanal, los patrones rítmicos que la definen y ejemplos de práctica contemporánea. Detallaremos investigaciones académicas y testimonios de cultores locales para ofrecer un retrato riguroso y atractivo. Acompáñenos en este viaje sonoro hacia el corazón de Barlovento.


Contexto histórico del Culo e' Puya y Quitiplas de Barlovento


La tradición de los tambores Culo e' Puya y Quitiplas se remonta a la época colonial venezolana, cuando miles de personas procedentes de la región Congo–Bantú fueron desplazadas hacia la costa central. En los municipios de Brión y Acevedo (estado Miranda), estos tambores encontraron un nuevo cauce: las ceremonias de San Juan Bautista, Cruz de Mayo y San Pedro se convirtieron en espacios para mantener vivas las raíces africanas. Investigaciones comparativas apuntan a similitudes morfológicas entre los Culo e' Puya y los tambores Ngoma del Congo, descritos ya en el siglo XVII por el misionero Cavazzi.

En 1960, el antropólogo Juan Liscano documentó en el Museo Royal de L’Afrique Centrale de Tervuren (Bélgica) tambores casi idénticos a los Culo e' Puya de Barlovento, reforzando la hipótesis de un origen congoleño. Décadas más tarde, en 1985, el musicólogo Jesús “Chucho” García viajó al Congo y constató que la etnia Bambambá utiliza un tambor con características constructivas y rítmicas muy cercanas al Culo e' Puya venezolano.

El quitiplás es un instrumento de percusión afrovenezolano hecho de tubos de bambú que se golpean entre sí y contra el suelo, originario de las comunidades de Barlovento, especialmente en Curiepe, donde se ha convertido en símbolo de identidad cultural y resistencia; su estructura comprende varios tubos—como el Pujao, la Prima y el Cruzao—que al ejecutarse en ensamble generan ritmos polirrítmicos con variaciones de timbre, intensidad y altura, evocando un diálogo sonoro ancestral que nació como respuesta creativa a la prohibición de tambores durante la esclavitud, y que hoy sobrevive en rituales, celebraciones y expresiones artísticas que exaltan la espiritualidad, la fuerza colectiva y el vínculo profundo con la tierra.


Análisis de la estructura y sonido de Culo e' Puya y Quitiplas


El sonido del culo e’ puya se caracteriza por su polirritmia vibrante, resultado de la interacción entre tres tambores de diferentes tamaños y tonos: el prima (agudo), el crusao (medio) y el pujao (grave). Cada tambor está construido con madera cilíndrica cavada en forma de reloj de arena, lo que permite una resonancia profunda y envolvente. Los parches, hechos tradicionalmente de cuero de venado o pereza, se tensan mediante un sistema de ataduras en forma de “W”, lo que permite ajustar la afinación y respuesta sonora del instrumento. El prima marca el ritmo base con golpes rápidos y punzantes; el crusao introduce variaciones cruzadas que enriquecen la textura rítmica; y el pujao improvisa sobre una base grave, aportando fuerza y dinamismo. Esta estructura sonora no solo acompaña cantos y danzas rituales, sino que también refleja una cosmovisión ancestral, donde cada tambor representa una voz dentro del diálogo espiritual y comunitario afrovenezolano.

El quitiplás, como conjunto de idiófonos de bambú, presenta una estructura sonora profundamente ligada a la polirritmia africana y a la interacción física con el entorno. Su batería está compuesta por tubos de distintos tamaños: los Quitiplás o Cruzao (agudos), la Prima o Hembra (medio) y el Pujao o Macho (grave), cada uno con una función rítmica específica. El sonido se genera al golpear el extremo cerrado del bambú contra el suelo mientras se alterna el tapado y destapado de la boca abierta, lo que modifica el timbre y la altura del sonido. Esta técnica permite crear variaciones tonales que van desde golpes secos y cortos hasta resonancias profundas y prolongadas. El ensamble de quitiplás produce un tejido rítmico en el que cada tubo “conversa” con los demás, generando una polifonía rítmica que refleja la memoria africana de libertad y comunión. Además, el bambú se selecciona y corta en fases lunares específicas para garantizar su resistencia y calidad sonora. En comunidades como Tacarigua y Curiepe, se afinan cuidadosamente los tubos según su longitud y grosor, logrando una armonía acústica que convierte al quitiplás en una verdadera “lluvia de marimbas” sobre tierra firme.


Materiales y técnicas de elaboración


La batería de culo e’ puya se fabrica con madera de lano tallada en forma de reloj de arena para mejorar la resonancia. Los parches se hacen con cuero de venado o pereza, tensados con guaral en forma de “W” y asegurados con bejucos recolectados en menguante para evitar plagas. El tambor se apoya en el suelo y se toca entre las piernas con una mano y un palo, lo que permite una ejecución firme y directa. Todo el proceso busca durabilidad, buen sonido y precisión rítmica.

El quitiplás se elabora con tubos de bambú cortados entre 20 y 40 cm, aprovechando el nudo natural para cerrar un extremo y dejar el otro abierto. Se recolecta en fases lunares para mejorar su durabilidad y sonido. Los tubos se secan, lijan y afinan artesanalmente según su grosor y longitud, lo que permite obtener distintos tonos. Algunos ensambles incorporan semillas o maracas internas para enriquecer el timbre.




Técnicas de toque y patrones rítmicos


En el culo e’ puya, las técnicas de toque se basan en una ejecución corporal intensa y sincronizada, donde cada tambor —prima, crusao y pujao— es tocado por un ejecutante distinto, sentado con el tambor entre las piernas y apoyado en el suelo. Se utiliza una mano y un palo para golpear el parche, generando una dinámica que simula el trote de un caballo. El prima marca cortes rápidos y agudos que guían los cambios; el crusao mantiene un ritmo cruzado y estable; y el pujao improvisa sobre una base grave, aportando fuerza y profundidad. Los patrones rítmicos son polirrítmicos, es decir, cada tambor ejecuta un ritmo distinto que se entrelaza con los otros, creando una textura compleja y envolvente. Estos patrones varían según la comunidad, el contexto ritual y el canto que acompaña, pero siempre conservan una estructura cíclica que permite la interacción entre músicos, cantantes y bailarines

El toque del quitiplás se basa en una técnica ancestral que combina golpes cerrados y abiertos sobre tubos de bambú, generando patrones rítmicos polirrítmicos que evocan la memoria africana. Cada tubo se golpea contra el suelo por su extremo cerrado, mientras la mano libre tapa o destapa la boca abierta para modificar el timbre. Los músicos se agrupan en ensambles de tres o más personas, donde los tubos —Quitiplás (par agudo), Prima (medio) y Pujao (grave)— “conversan” entre sí en ciclos rítmicos. El Pujao suele improvisar frases largas mientras los otros mantienen el pulso, creando una textura sonora rica y dinámica. Estos patrones se repiten en secuencias largas, similares a los tambores redondos, y se usan tanto en fiestas como en prácticas pedagógicas para enseñar ritmo y coordinación.


Ejemplos de práctica en Barlovento y la diáspora


En Curiepe, cada 24 de junio a las 12:00 m., la plaza Bolívar vibra con el primer repique de San Juan Bautista. Grupos familiares organizados en “parranderos” alternan turnos para tocar Culo e' Puya y Quitiplás hasta el amanecer. Esta ceremonia fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO el 14 de diciembre de 2021.

En junio de 2024, el maestro Vladimir Galindo dirigió un taller de buenas prácticas de tambores afrovenezolanos en la Casona Cultural Aquiles Nazoa de Caracas, donde más de 50 jóvenes participaron en la construcción y repertorio de Culo e' Puya y Quitiplás, garantizando la transmisión generacional de la tradición.

Además, escultores como Dagoberto Ramos han inmortalizado estos tambores en monumentos. El “Monumento al Tambor de Barlovento”, inaugurado el 31 de mayo de 2025 en Curiepe, simboliza la resistencia histórica de la comunidad afrodescendiente y su devoción al ritmo sacro.


Conclusión: significado y futuro de los tambores


La batería de Culo e' Puya y Quitiplás trasciende lo musical: es un lenguaje ancestral que narra la diáspora africana, la espiritualidad y la cohesión comunitaria. Su supervivencia se asegura mediante talleres, festivales y reconocimiento institucional, lo que augura un futuro donde la tradición evolucione sin perder su esencia identitaria.


Epílogo: invitación a vivir el ritmo de Barlovento


Le invitamos a sumergirse en la experiencia de un repique auténtico: participe en festivales, apoye a los cultores y explore la construcción artesanal de estos tambores. Así, cada uno de nosotros puede convertirse en custodio de un legado que late con fuerza en el corazón de Venezuela.

Ads Place