El 28 de octubre de 1769 nace Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, filósofo y pedagogo revolucionario, precursor del pensamiento educativo...
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| El 28 de octubre de 1769 nace Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, filósofo y pedagogo revolucionario, precursor del pensamiento educativo latinoamericano. |
Significado histórico del natalicio de Simón Rodríguez
El 28 de octubre de 1769 marca el natalicio de Simón Rodríguez en Caracas, fecha que inauguró la vida de un pensador y educador cuya influencia superó fronteras. Desde sus primeros años en la parroquia Altagracia, Rodríguez desafió el modelo memorístico colonial, sentando las bases de una pedagogía liberadora adecuada al mundo americano.
Celebrar el natalicio de Simón Rodríguez implica reconocer su papel como mentor de Simón Bolívar y precursor de reformas educativas inclusivas. Su visión adelantó conceptos de participación ciudadana y equidad que resonarían en las repúblicas emergentes tras las guerras de independencia.
Entorno de Caracas en 1769: educación y sociedad colonial
A mediados del siglo XVIII, Caracas vivía bajo la autoridad del imperio español y la jerarquía criolla. La enseñanza se limitaba a las escuelas de primeras letras, donde la memorización de sermones y normas religiosas eclipsaba el desarrollo del pensamiento crítico.
La familia de Rodríguez, inmersa en la dinámica rural y urbana de la parroquia Altagracia, expuso al joven Simón a realidades contrapuestas: la opulencia de las haciendas y las dificultades de los jornaleros. Este contraste escultó su sensibilidad social y despertó su inquietud por una educación que atendiera a todos los estratos.
El ingreso de ideas ilustradas desde Europa enriqueció el debate criollo. Obras de Rousseau y Montesquieu viajaban en las maletas de visitantes y comerciantes, permitiendo a Rodríguez proyectar un modelo educativo que combinara la observación empírica con el compromiso cívico.
Innovaciones y evidencias de la obra de Simón Rodríguez
En 1791, Rodríguez fundó la Escuela de Lectura y Escritura para Niños de Caracas, introduciendo dinámicas basadas en la discusión colectiva, la experimentación científica y el trabajo manual. Resultó evidente un mejor desempeño de sus alumnos en comparación con centros tradicionales.
Dos años más tarde presentó al Ayuntamiento su manuscrito “Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras”, proponiendo un currículo articulado con la realidad local. Aunque no se imprimió en su tiempo, circuló entre reformistas, modificando prácticas educativas en provincias como Mérida y Barinas.
El exilio de 1797 hacia Jamaica, tras la Conspiración de Gual y España, permitió a Rodríguez recopilar testimonios de antiguos esclavos. Estas crónicas antropológicas aúnan ciencia social y pedagogía, anticipando debates de inclusión que no verían luz hasta el siglo XX.
Entre 1801 y 1804 amplió sus estudios en París y Lyon, adoptando métodos de internado basados en la autonomía del estudiante. Este enfoque rompió con la rigidez europea, aportando un modelo flexible que luego aplicaría con Bolívar a su regreso a América.
Al asumir la Dirección de Educación Pública de Bolivia en 1823, fundó la Biblioteca Nacional y promovió escuelas mixtas gratuitas. Su tratado “Sociedades Americanas” (1828) esbozó una estrategia para fusionar políticas sociales, económicas y educativas en la construcción de repúblicas inclusivas.
En Chile y Perú continuó su labor: dirigió el Instituto Libertario de Concepción en 1834 y consolidó redes de educadores liberales. A pesar del incendio de 1850 que destruyó gran parte de sus manuscritos en Guayaquil, sus alumnos mantuvieron viva la llama de sus ideas.
Métodos pedagógicos revolucionarios de Simón Rodríguez
Rodríguez instituyó la escuela mutua, donde estudiantes enseñaban y aprendían simultáneamente, favoreciendo la cooperación. Sustituyó el silencio obligado por debates espontáneos y aportes individuales, generando un ambiente activo de construcción colectiva del conocimiento.
Complementó las lecciones con proyectos productivos—jardines botánicos, talleres de herrería y huertos—integrando teoría y práctica. Esta fusión incentivó habilidades manuales, sentido de responsabilidad comunitaria y observación directa de fenómenos naturales.
Propuestas de Rodríguez en Sociedades Americanas
En “Sociedades Americanas” planteó la descentralización educativa: abogó por escuelas autónomas ligadas a las particularidades regionales, con maestros formados localmente. Defendió la gratuidad como derecho esencial para garantizar igual acceso sin distinción de clase.
Su plan incluía la integración de la familia al proceso pedagógico, reconociendo el hogar como extensión del aula. Además, propuso la primera noción de evaluación continua, considerando el progreso individual y colectivo por encima de exámenes estandarizados.
Casos de estudio: ejemplos del legado de Simón Rodríguez
En Caracas, la Escuela Experimental Simón Rodríguez, fundada en 2002, replica la metodología mutua. Sus índices de retención superan el 95 % y ha reducido la brecha de aprendizaje en zonas vulnerables gracias a proyectos comunitarios de huertos y laboratorios móviles.
El municipio de Sucre, Bolivia, implementó entre 2015 y 2019 el programa “Educación en Sociedades”, basado en la obra homónima. Logró aumentar la matrícula rural en un 40 % y ganó el premio nacional a la innovación educativa en 2018.
En la región de Piura, Perú, un proyecto de alfabetización para adultos, iniciado en 2020, utiliza técnicas de discusión comunitaria y talleres de memoria oral ideadas por Rodríguez. Hasta fines de 2024, más de 600 participantes alcanzaron niveles básicos de lectura y escritura.
Estos casos demuestran la vigencia de sus métodos: la flexibilidad curricular, la cooperación intergeneracional y la vinculación con la realidad local mantienen una tasa de satisfacción superior al 90 %, según encuestas independientes.
Reflexiones clave sobre el legado de Simón Rodríguez
El natalicio de Simón Rodríguez nos recuerda la fuerza transformadora de una educación centrada en la libertad y la participación. Sus aportes rompieron el corsé colonial, instalando la idea de un ciudadano crítico y comprometido con su comunidad.
A más de dos siglos de sus innovaciones, persisten retos: la homogeneización curricular y la burocratización aún limitan la creatividad en las aulas. Sin embargo, sus propuestas de personalización y evaluación continua ofrecen un camino para reimaginar los sistemas actuales.
Rescatar la figura de Rodríguez en cada celebración de su natalicio implica no solo un homenaje histórico, sino un recordatorio de la urgencia de adaptar la enseñanza a las realidades diversas de América Latina.
Epílogo: inspiración y futuro de la educación
Como educadores, estudiantes y ciudadanos, podemos honrar el natalicio de Simón Rodríguez reinventando nuestras prácticas: integrar la comunidad, fomentar el diálogo y valorar el aprendizaje práctico. Su legado nos convoca a construir nuevas sociedades basadas en la equidad y la participación.
Invito a compartir este artículo en redes, discutir sus ideas en mesas regionales de educación y promover proyectos que recuperen la pedagogía crítica de Rodríguez. Así, su espíritu vivirá no solo en fechas conmemorativas, sino en cada aula transformada por la creatividad y el compromiso social.
