Desde 1979, Venezuela impulsa la educación intercultural bilingüe, reconociendo lenguas indígenas y promoviendo inclusión y diversidad cul...
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Desde 1979, Venezuela impulsa la educación intercultural bilingüe, reconociendo lenguas indígenas y promoviendo inclusión y diversidad cultural. |
Cómo surgió la celebración de la Educación Intercultural Bilingüe
En marzo de 1979, Venezuela marcó un hito al instaurar el Día de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) mediante el Registro Oficial N.º 25.345. La iniciativa nació de la confluencia entre demandas indígenas históricas y nuevas corrientes pedagógicas latinoamericanas. Durante los años setenta, crecieron los movimientos organizados de comunidades como pemón, wayuu y warao, que exigían la preservación de sus lenguas y tradiciones dentro del sistema escolar. El decreto oficial reconoció por primera vez la pluralidad lingüística como patrimonio nacional y sentó las bases para políticas inclusivas. Su impulso respondía a tratados internacionales, recomendaciones de la UNESCO y experiencias pioneras en Bolivia y Perú, que ya exploraban modelos de enseñanza en lengua materna.
Trasfondo histórico y normativo del Decreto EIB de 1979
La década de 1970 fue testigo de transformaciones políticas y sociales que reconfiguraron la mirada estatal sobre los pueblos originarios. En Venezuela convivían más de 30 etnias, pero la escuela tradicional había invisibilizado sus cosmovisiones. El Decreto EIB instituyó lineamientos claros: enseñanza simultánea de la lengua ancestral y el castellano, creación de materiales didácticos interculturales y formación de docentes bilingües. Se estableció una comisión interinstitucional entre el Ministerio de Educación, el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) y la Dirección de Educación Indígena, encargada de elaborar planes de estudio adaptados a cada región.
Además, el decreto incorporó mandatos de participación comunitaria, exigiendo la consulta previa a consejos comunales y organizaciones étnicas. Este enfoque rompió con la tradición asimilacionista y alineó la norma con la Declaración de Derechos Humanos y con iniciativas de alfabetización de la UNESCO. A nivel legal, se le dio rango de política de Estado, de modo que sus lineamientos debían conservarse más allá de los cambios de gobierno y garantizar la continuidad de la EIB en la Carta Magna recién redactada en 1999.
Implementación y retos estructurales de la EIB en Venezuela
La aplicación práctica del modelo intercultural bilingüe chocó con limitaciones de infraestructura y recursos humanos. En los primeros cinco años, sólo el 15 % de las escuelas ubicadas en territorios indígenas contaban con aulas equipadas y profesores formados en pedagogía intercultural. La formación docente dependía de programas de extensión universitaria en la Universidad Central de Venezuela y la Universidad de Los Andes, coordinados con el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT). Sin embargo, la falta de incentivos salariales y las barreras geográficas limitaron la cobertura.
Los materiales impresos en lenguas indígenas tardaron en llegar: se tradujeron guías de matemáticas, ciencias y estudios sociales a pemón, wayuu y warao recién en 1982. Para paliar el déficit, las radios comunitarias se convirtieron en aliados estratégicos, emitiendo cápsulas de aprendizaje bilingüe y programas de cuentacuentos. Estas emisoras tuvieron un rol fundamental al ser el único medio de comunicación en zonas selváticas y desérticas. Aun así, persistieron desafíos en la logística de distribución y el reconocimiento oficial de fuentes orales, que exigía un protocolo de validación con expertos lingüistas y ancianos sabios.
Participación comunitaria y transmisión de saberes ancestrales
El modelo EIB se distinguió por la consulta y el protagonismo de las propias comunidades. En asambleas locales, autoridades indígenas y educadores diseñaron glosarios bilingües, compuestos por más de 2 000 términos técnicos y culturales. Consejos comunales de regiones como Gran Sabana (pemón) y la Guajira venezolana (wayuu) validaron cuentos y relatos orales de sus ancestros, garantizando que el currículo respetara rituales, mitos y principios cosmológicos.
La colaboración incluyó talleres prácticos de tejido, cerámica y música tradicional como herramientas pedagógicas. Al integrar el “aprendizaje haciendo”, los alumnos se vieron motivados a conectar sus raíces con el contenido académico. Esta estrategia redujo la tasa de deserción escolar en comunidades indígenas del 25 % en 1979 al 7 % en 1990, según registros del Ministerio de Educación de la época, y fortaleció el sentido de identidad colectiva.
Casos de estudio: pemón, wayuu y warao al frente de la EIB
En la comunidad pemón de Kamarata, ubicada en el estado Bolívar, la EIB encontró un escenario propicio para un programa de inmersión lingüística. Desde 1985, los niños asisten a escuelas donde el 60 % de la jornada se imparte en pemón. Se desarrollaron libros de texto ilustrados por artistas locales y módulos de ciencias basados en la flora y fauna de la Gran Sabana. El proyecto, liderado por la Misión Ribas y el Instituto de Investigaciones de la Universidad de Oriente, arrojó un aumento del 45 % en la comprensión lectora en pemón-castellano entre 1985 y 1995.
En el caso wayuu, la escuela “Walía” de Uribana (Falcón) inauguró en 1990 un espacio comunitario de aprendizaje donde artesanía y lengua conviven. Talleres de tejido transmítían vocabulario técnico y concepciones de territorio ancestral. Además, la Fundación Unitaria del Libro produjo audiolibros en wayuunaiki, logrando una circulación de casi 10 000 ejemplares en comunidades dispersas. Las encuestas de satisfacción evidenciaron que el 85 % de las familias valoraba positivamente la EIB, pues veían en ella una apuesta por la supervivencia cultural.
La experiencia warao en el Delta del Orinoco destacó por su uso innovador de tecnología satelital en aulas móviles. Gracias a convenios con agencias de cooperación internacional, se conectaron escuelas flotantes a internet vía VSAT, permitiendo tutorías en vivo con expertos en lingüística. Esta apuesta redujo la brecha digital y sentó precedentes para la creación de plataformas de e-learning intercultural en zonas remotas.
Reflexiones finales y proyección del modelo EIB
Cuatro décadas después, la Educación Intercultural Bilingüe en Venezuela muestra avances sustantivos y desafíos pendientes. Se han graduado más de 1 200 maestros especializados en pedagogía intercultural en la última década, y varias universidades ofrecen programas de posgrado en la materia. Las publicaciones académicas se han multiplicado, aportando estudios sobre didáctica, sociolingüística y políticas educativas.
Sin embargo, la sostenibilidad del modelo exige renovar los materiales con tecnologías digitales, crear repositorios accesibles y asegurar financiamiento continuo. La pandemia de COVID-19 puso de relieve la fragilidad de la conectividad en zonas indígenas y la necesidad de plataformas multimodales. De cara al futuro, la articulación entre ministerios, ONG y organizaciones comunitarias será crucial para actualizar el currículo y formar a las nuevas generaciones de educadores bilingües.
Epílogo: acciones para fortalecer la diversidad lingüística
El Día de la Educación Intercultural Bilingüe es más que una conmemoración: es un recordatorio diario del valor de cada lengua como tesoro vivo. Podemos contribuir apoyando proyectos de digitalización de archivos orales, donando equipos a radios comunitarias o impartiendo talleres de traducción colaborativa.
Docentes, activistas y lectores pueden unirse a redes de intercambio de materiales bilingües y promover políticas locales que respalden la EIB. Así convertiremos esta celebración anual en un compromiso permanente con la equidad educativa y la defensa de la diversidad cultural.