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Danza egipcia Filven 2025: Ahmed Pablo (Ahmed Adil) en Caracas

Danza egipcia en Venezuela La Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025 abrió sus puertas en Caracas el 3 de julio b...



Danza egipcia en Venezuela


La Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025 abrió sus puertas en Caracas el 3 de julio bajo el lema "Leer Humaniza", rindiendo homenaje a Egipto en la conmemoración de 75 años de relaciones diplomáticas con la República Bolivariana de Venezuela. En esta edición, la danza egipcia emergió como puente cultural gracias a la presentación de Ahmed Pablo (Ahmed Adil) en la Casona Cultural Aquiles Nazoa, el 12 de julio de 2025. Con su estilo inconfundible, Pablo llevó al público caraqueño desde los ritmos ancestrales hasta las expresiones contemporáneas del folclore egipcio.


Historia y evolución de la danza egipcia


La danza egipcia se remonta a más de 5.000 años, en pinturas murales del Antiguo Imperio donde figuras femeninas ejecutan movimientos ondulantes junto al Nilo. Durante la dinastía faraónica, era ritual y simbólica, vinculada a ceremonias religiosas y ofrendas a dioses como Hathor y Osiris. En el siglo XIX, la llegada de bailarinas como Badia Masabni al cabaret Cairo Casino transformó la danza en espectáculo moderno, incorporando violines, percusión y vestuarios de lentejuelas. Con la creación de la Troupe Reda en 1959, bajo la dirección de Mahmoud Reda, la danza folclórica egipcia se profesionalizó, fusionando tradiciones regionales con formatos escénicos internacionales.


Elementos clave de la danza egipcia


Cada estilo de la danza egipcia, ya sea raks sharqi (oriental) o folclórico, se distingue por una serie de elementos técnicos y expresivos.


Técnica y movimientos


La base técnica incorpora aislaciones corporales: ondulaciones del torso, rotaciones de caderas y movimientos de pecho que emulan las aguas del Nilo. El juego de brazos ofrece marcos y líneas que narran historias, mientras los pies, a través de pasos geminados y giros controlados, conectan el cuerpo con el ritmo de la darbuka. Estos gestos, ricos en matices, requieren disciplina y precisión, adquiridas en años de práctica. La respiración, vinculada al dinamismo de cada secuencia, es esencial para mantener fluidez y resistencia.




Ahmed Adil (Ahmed Pablo) en acción


Nacido como Ahmed Adil en El Cairo, conocido artísticamente como Ahmed Pablo, inició su formación en folclore a los 18 años (2001), integrándose en grupos locales que participaban en festividades religiosas como Mulid y Sham el-Nessim. Tras licenciarse en Arquitectura en la Universidad Nacional de El Cairo (2004), su pasión por la danza lo llevó a unirse al Equipo Nacional de El Cairo, con el que compitió en múltiples certámenes regionales. En 2009 ingresó a la Troupe Reda, convirtiéndose en bailarín principal en giras por Medio Oriente y Europa.

En 2013, Ahmed emprendió su primera gira por Latinoamérica, dictando seminarios en México, Colombia y Ecuador. En Quito colaboró con Damiana Levy para producir “Noches de Cairo”, un espectáculo que fusionó técnicas ancestrales con ritmos contemporáneos. Desde 2014, funge como maestro en el Festival del Grupo del Nilo en El Cairo, y ha sido invitado a festivales como Amar Al Leil y Sadaf Festival desde 2012.

En Caracas, su presentación en la Casona Cultural Aquiles Nazoa combinó raks sharqi con danzas folklóricas de Nubia y el Delta, rescatando trajes tradicionales y música en vivo. Los pasos, inspirados en los ciclos agrícolas y las festividades del antiguo Egipto, resonaron ante un público que aplaudió la destreza y el simbolismo de cada secuencia.


Danzas Egipcias Historia y Evolución


Estas expresiones reúnen un rico abanico de danzas folclóricas egipcias que nacen de tradiciones rurales y urbanas de Alejandría, el Alto Egipto, Nubia y los viejos barrios del delta; cada una refleja el pulso de su gente a través de movimientos, ritmos e indumentarias propias —la melaya leff de la costa, el uso marcial del bastón en Saidi, los gestos sueltos de la danza nubia, la elegancia poética de los muwashshahat y la coquetería empoderada de la bint al-balad—, componiendo un mosaico vivo que celebra la identidad, la historia y la creatividad del pueblo egipcio.

Skandarani (Melaya Leff)


La Iskandarani nace en la década de 1950 en la Compañía Reda, creada por Mahmoud Reda y Farida Fahmy, como una fantasía escénica inspirada en el ambiente urbano de Alejandría. Aunque evoca el folclore portuario, no es una danza folclórica transmitida de generación en generación, sino una invención teatral que combina gestos cotidianos de las mujeres alejandrinas con formaciones coreográficas diseñadas para el espectáculo. El elemento central es la melaya leff, un manto rectangular negro que originalmente servía como abrigo modesto y que, al dramatizarse en escena, se convierte en extensión del cuerpo, permitiendo juegos de ocultamiento y revelación que reflejan coquetería, modestia y fuerza simultáneamente.


Danza Saidi


El Saidi, procedente del Alto Egipto, expresa un orgullo campesino y un origen marcial a través del uso del bastón o assaya. Este instrumento remite al tahtib, arte marcial de combate ligero practicado por hombres, que las bailarinas adaptaron bajo el nombre de raqs al-assaya para dotar de feminidad y desafío a los movimientos. El ritmo sa‘idi, con su secuencia dum–tak–dum dum–tak, se interpreta con mizmar, tabla, nay y rebaba, generando un pulso potente y alegre. La estandarización de esta variante por Mahmoud Reda elevó el Saidi a uno de los pilares de las danzas escénicas egipcias, presente en bodas, festivales y espectáculos de todo el mundo.


Danza Nubia


En su investigación de campo en Kom Ombo, tras la construcción de la presa alta de Asuán, Mahmoud Reda descubrió una cultura nubia profundamente artística, plasmada en dibujos de camellos y motivos locales sobre las fachadas de las casas. Para la escena, tradujo el movimiento suelto de brazos —igual en hombres y mujeres— a formaciones sencillas y coherentes, evitando coreografías excesivamente intrincadas. Musicalmente, las piezas nubias emplean ritmos complejos de hasta 24 tiempos, que Reda memorizó y reorquestó para el teatro. El vestuario adapta la gallabiya tradicional: faldas femeninas acortadas al frente para facilitar el juego de pies y atuendos campesinos estilizados para los hombres.


Muwashahat


Los muwashshahat surgieron en al-Andalus entre los siglos X y XI como innovación literaria y musical, articulando cinco estrofas con rimas internas y estribillos clausurados por un kharja que a menudo incluía dialecto romance o coloquial. Rompieron con la tradición de la qasida clásica y se cantaban acompañados de oud, kamanja, qanun, darbuka y daf; en Oriente se interpretaba en waslah y en el Magreb evolucionó hacia la nubah. En el plano dancístico, el muwashshah imprime una elegancia refinada, ideal para narrar amores y nostalgias a través de movimientos corporales sutiles y expresivos. Compañías contemporáneas como Nesma han fusionado jazz y arreglos neoandalusíes para trazar su trayecto histórico desde Córdoba hasta las salas de Damasco y El Cairo modernos.


Bint al-Balad y la Millayah Laff


La expresión bint al-balad, “hija del país”, designa a la mujer urbana de los antiguos barrios del delta egipcio, descrita como vivaz, directa y de fuerte sentido de identidad. Su seña de identidad es la millayah laff, un paño negro derivado del habarah otomano del siglo XIX, usado sobre vestimentas pseudo-occidentales o gallabiyas. En escena, Reda y Fahmy convirtieron ese manto en herramienta narrativa: envolver, descubrir el brazo o la cintura, ajustarlo o quitarlo al paso, creaba un lenguaje de coquetería medida y empoderamiento. Con dimensiones habituales de 2,5 m × 1,5 m y tejidos de algodón o mezclas de seda, la millayah laff se impuso como elemento esencial del repertorio escénico, integrándose orgánicamente a la coreografía.


Conclusión: impacto de la danza egipcia


La “Danza Egipcia” de Ahmed Pablo (Ahmed Adil) en la Filven 2025 no solo celebró un arte milenario, sino que estrechó vínculos culturales entre Egipto y Venezuela. A través de su maestría, el público local descubrió cómo la danza puede ser vehículo de memoria histórica, identidad y dignidad, trascendiendo fronteras y generaciones.


Perspectiva final y llamado a la acción


Invitamos a curiosos y amantes de la danza a explorar más allá de la Filven: inscríbanse en talleres de danza oriental, sigan las redes de la Troupe Reda y apoyen las actividades culturales de la Galería de Arte Nacional. La danza egipcia vive gracias a quienes la practican y la comparten. ¡Sumérgete en este legado y contribuye a su perpetuidad!


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