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Día Internacional contra el Trabajo Infantil: Historia e Impacto

Día Mundial contra el Trabajo Infantil: cada 12 de junio, promoviendo conciencia global para erradicar la explotación infantil y garantizar ...



Día Mundial contra el Trabajo Infantil: cada 12 de junio, promoviendo conciencia global para erradicar la explotación infantil y garantizar educación, derechos y un futuro digno para los niños.
Día Mundial contra el Trabajo Infantil: cada 12 de junio, promoviendo conciencia global para erradicar la explotación infantil y garantizar educación, derechos y un futuro digno para los niños.


Día Internacional contra el Trabajo Infantil: Historia, Impacto y Estrategias para Erradicar una Injusticia Global


El fenómeno del trabajo infantil constituye una de las violaciones más graves de los derechos humanos, afectando a millones de niños y niñas en todo el mundo. Este artículo exhaustivo analiza en profundidad el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, una jornada dedicada no solo a la conmemoración, sino también a la reflexión, sensibilización y acción en torno a una problemática que tiene profundas raíces históricas, económicas y sociales. La lucha contra el trabajo infantil no es solo una responsabilidad de las instituciones internacionales, sino un compromiso ineludible de la sociedad global para garantizar que cada niño tenga la oportunidad de crecer, educarse y desarrollarse en condiciones dignas y seguras.


Introducción


El trabajo infantil se define como la realización de actividades laborales por parte de menores de edad, en condiciones que pueden comprometer su salud, seguridad, desarrollo físico y mental, e incluso su integridad moral. Cada 12 de junio se celebra el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, una fecha en la que se reafirman los compromisos municipales, nacionales e internacionales para erradicar las peores formas de esta práctica. Con el paso del tiempo, y tras la adopción de marcos normativos internacionales, se ha generado un movimiento global que no solo denuncia, sino que también propone soluciones integrales para revertir las tendencias que, en ocasiones, parecen amenazar el futuro de las generaciones venideras.

La lucha contra el trabajo infantil se enmarca en una compleja red de factores que incluyen la pobreza, la falta de acceso a la educación, las crisis económicas y, en muchos casos, conflictos políticos y desastres naturales. Este artículo se sumerge en cada uno de estos aspectos, desgranando la historia, el marco jurídico, las estadísticas actuales y las estrategias desarrolladas para combatir esta problemática. Al comprender la magnitud y la complejidad del trabajo infantil, se puede apreciar la urgencia de una acción coordinada que involucre tanto a organismos internacionales como a gobiernos locales y organizaciones de la sociedad civil.


Historia y Orígenes del Día Internacional contra el Trabajo Infantil


La concienciación sobre el trabajo infantil y su erradicación tiene raíces profundas en la historia de la lucha por los derechos de la infancia. Durante la Revolución Industrial, las primeras manifestaciones de explotación infantil surgieron de la necesidad de mano de obra barata en fábricas y minas, lo que llevó a condiciones laborales deplorables para los menores. A lo largo del siglo XX, diversas corrientes de pensamiento, movimientos sociales y organizaciones internacionales comenzaron a denunciar públicamente esta realidad.

El hito más notable en esta trayectoria fue la adopción de convenios internacionales por parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El Convenio n.º 182, adoptado en 1999, y el Convenio n.º 138, que establece la edad mínima de admisión al empleo, fueron fundamentales para sentar las bases de la lucha contra las peores formas de trabajo infantil. Estos instrumentos jurídicos han sido ratificados por la mayoría de los países del mundo, lo que evidencia el compromiso global por salvaguardar la infancia y garantizar condiciones de vida dignas para todos los menores. La ratificación universal del Convenio n.º 182 en 2020 supuso un avance histórico en el marco normativo internacional, haciendo de este documento una herramienta esencial en la condena y erradicación de las prácticas laborales que afectan a los niños .

El establecimiento de un día internacional específico para combatir el trabajo infantil ha permitido que gobiernos, organizaciones no gubernamentales y entidades internacionales coordinen acciones, campañas y programas educativos que aborden esta problemática desde diversas aristas. Desde el inicio de estas conmemoraciones, se ha buscado no solo denunciar la explotación, sino también ofrecer alternativas que permitan a las comunidades vulnerables romper el ciclo de la pobreza y la exclusión.


El Contexto Global y las Estadísticas Actuales


A pesar de los avances alcanzados en las últimas décadas, el trabajo infantil continúa siendo una realidad alarmante en numerosas partes del mundo. Diversos estudios y reportes internacionales indican que, a pesar de que se había logrado una tendencia a la baja en el número de niños empleados en trabajos peligrosos, en los últimos años se han observado retrocesos significativos. Factores tales como los conflictos armados, la crisis económica y la pandemia del COVID-19 han exacerbado la situación, obligando a millones de familias a recurrir al trabajo infantil como medio de subsistencia.

Actualmente, se estima que alrededor de 160 millones de niños se encuentran en situación de trabajo, lo que representa casi uno de cada diez menores a nivel global. Las regiones del África subsahariana y Asia-Pacífico concentran la mayor parte de estos niños, siendo África la región con la mayor proporción y número absoluto de menores en condiciones laborales precarias. Estos datos ponen de relieve la urgencia de abordar no solo los síntomas, sino también las causas estructurales que mantienen vigente esta problemática .


Factores Contributivos al Trabajo Infantil


La persistencia del trabajo infantil se debe a una combinación de factores multifacéticos que interactúan de manera compleja. La pobreza extrema es, sin lugar a dudas, uno de los principales motores de esta realidad. Cuando los ingresos familiares son insuficientes para garantizar una vida digna, es común que se recurra al trabajo de los menores para complementar el sustento económico. Este fenómeno se ve agravado por la falta de acceso a una educación de calidad, lo que perpetúa el ciclo de la pobreza y la exclusión social.

Además, las crisis económicas y los conflictos armados tienen un impacto directo en la intensificación del trabajo infantil. En situaciones de guerra o inestabilidad política, las instituciones encargadas de la protección de los derechos de la infancia se debilitan, dejando a los niños vulnerables ante la explotación. Los desastres naturales y los contextos de emergencia también contribuyen a esta problemática, ya que las familias, al verse despojadas de sus medios de vida, se ven obligadas a integrar a sus hijos en la dinámica laboral para sobrevivir.

La falta de infraestructuras educativas adecuadas y la presencia de sistemas de protección social ineficientes son otros de los factores que favorecen el trabajo infantil. En muchos países, las políticas públicas dedicadas a la erradicación de la pobreza y la promoción de la educación tienen un alcance limitado, lo que impide que las comunidades vulnerables accedan a las oportunidades necesarias para romper el ciclo de la exclusión. Asimismo, las tradiciones culturales y las expectativas sociales en determinadas regiones pueden incentivar, aunque de manera involuntaria, la incorporación de los menores al mercado laboral.


Impacto Social, Económico y Psicológico del Trabajo Infantil


El trabajo infantil genera consecuencias devastadoras en múltiples dimensiones. Desde el punto de vista físico, los niños que laboran en condiciones inadecuadas sufren una exposición constante a riesgos que pueden afectar su salud a corto y largo plazo. Las jornadas extenuantes, la exposición a sustancias tóxicas y las condiciones insalubres de muchos lugares de trabajo contribuyen al deterioro de la integridad física de los menores.

En el ámbito psicológico, el impacto es igualmente severo. El hecho de verse obligados a abandonar la escuela y adaptarse de manera temprana a responsabilidades propias del mundo adulto impide el desarrollo emocional adecuado y limita las oportunidades de crecimiento personal y profesional. La falta de una infancia protegida y la ausencia de un entorno educativo que fomente el aprendizaje y la creatividad pueden generar traumas y afectar la salud mental de los niños, perpetuando un círculo de vulnerabilidad que se extiende hasta la adultez.

Económicamente, la inserción temprana de los menores en el mercado laboral tiene repercusiones negativas tanto para ellos como para la sociedad en general. Por un lado, se pierde la inversión que representa la educación, lo que reduce las capacidades productivas y el potencial innovador de una nación a mediano y largo plazo. Por otro lado, la perpetuación del trabajo infantil contribuye a sostener sistemas económicos informales e ineficientes, en los cuales la explotación laboral se normaliza y se dificulta la implementación de políticas de desarrollo integral.


El Marco Jurídico Internacional y las Iniciativas Globales


El impulso para erradicar el trabajo infantil ha significado el desarrollo y la consolidación de un sólido marco jurídico internacional. Los convenios de la OIT, en particular los números 138 y 182, han sido fundamentales en este proceso. El Convenio n.º 138 establece una edad mínima de admisión al empleo o al trabajo, asegurando que los menores no sean expuestos a tareas que comprometan su integridad física o intelectual. Asimismo, el Convenio n.º 182, destinado a la eliminación de las peores formas de trabajo infantil, ha servido como una herramienta esencial para incidir en las políticas nacionales y promover acciones concretas en contra de la explotación infantil .

La adopción de estos instrumentos normativos ha sido acompañada por el compromiso de la comunidad internacional para alcanzar metas ambiciosas, como la Meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que busca eliminar todas las formas de trabajo infantil para el año 2025. Este objetivo no solo implica la ratificación de convenios, sino también la implementación de políticas públicas integrales que aborden las raíces estructurales del problema. Los gobiernos han iniciado programas de protección social, incentivos para la escolarización y campañas de sensibilización que se han traducido en avances significativos, aunque los desafíos persisten.

Además, iniciativas como el Llamamiento a la Acción de Durban, adoptado en el marco de la 5ª Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, han contribuido a articular esfuerzos entre Estados, organizaciones internacionales y la sociedad civil. Estas iniciativas buscan no solo mejorar la aplicación de los convenios existentes, sino también desarrollar estrategias innovadoras y contextualmente adecuadas para reducir la incidencia del trabajo infantil a nivel global.


Estrategias y Campañas de Sensibilización


La sensibilización es un pilar fundamental en la lucha contra el trabajo infantil. Cada año, en el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, se lanzan campañas a nivel global que tienen como objetivo visibilizar la magnitud de la problemática y movilizar a la sociedad en favor de la protección de la infancia. Las campañas se centran en la difusión de datos estadísticos, testimonios de afectados y la promoción de historias de éxito en la erradicación de prácticas explotadoras.

Entre las estrategias más efectivas se encuentra la educación y la comunicación social. La producción de documentales, reportajes y material audiovisual han permitido llevar a la luz las condiciones inhumanas en las que viven muchos niños. Dichos materiales no solo impactan a la opinión pública, sino que también presionan a los gobiernos y organismos internacionales para que redoblen sus esfuerzos en la formulación de políticas públicas. Asimismo, la colaboración con celebridades, influencers y líderes de opinión ha contribuido a que el mensaje de rechazo al trabajo infantil alcance a audiencias más amplias, generando un efecto multiplicador en la lucha contra la explotación de la niñez.

Las redes sociales y las plataformas digitales se han consolidado como instrumentos indispensables en estas campañas. Con estrategias de comunicación orientadas a la sensibilización y la movilización, se busca crear una conciencia colectiva que se traduzca en acciones concretas y supervisiones de la implementación de políticas anti-explotación. Al mismo tiempo, las campañas nacionales e internacionales invitan a la ciudadanía a participar en actividades de recaudación de fondos, jornadas de denuncia y programas de apoyo a familias vulnerables, lo que refuerza el compromiso social y colectivo para erradicar el trabajo infantil.


El Rol de la Educación en la Lucha contra el Trabajo Infantil


La educación es, sin duda, una de las herramientas más poderosas para combatir el trabajo infantil. Garantizar el acceso a una educación de calidad permite que los niños no solo se alejen del riesgo de ser explotados laboralmente, sino que también adquieran las competencias necesarias para su desarrollo personal y profesional. La inversión en educación es, por tanto, una inversión en el futuro de la sociedad, ya que contribuye a la formación de ciudadanos críticos, informados y comprometidos con el desarrollo sostenible.

Programas educativos diseñados específicamente para zonas rurales o áreas de alta vulnerabilidad han demostrado ser efectivos en la reducción de la tasa de deserción escolar y en la disminución del trabajo infantil. Estos programas incluyen desde la construcción y mejora de infraestructura escolar hasta la implementación de becas, alimentaciones escolares y programas de formación profesional que incentivan la permanencia de los niños en las aulas. Además, la capacitación de docentes para identificar signos de explotación y brindar apoyo psicosocial a los estudiantes refuerza la red de protección para la niñez.

Es imperativo que la política educativa se encuentre integrada con diversas estrategias de protección social. En muchos casos, el abandono escolar se debe a la necesidad imperiosa de trabajar para contribuir a la economía familiar. Solucionar esta problemática requiere, además de mejoras en el sistema educativo, la implementación de políticas integrales que generen oportunidades de empleo para los adultos y ofrezcan redes de apoyo que permitan a las familias superar crisis temporales sin sacrificar el derecho a la educación de los niños.


Iniciativas y Casos de Éxito a Nivel Local y Global


Diversos países han implementado programas que, aunque adaptados a contextos locales, ofrecen modelos replicables para la erradicación del trabajo infantil. Un caso emblemático es el de algunas regiones de América Latina, donde se han establecido alianzas entre el sector público, el privado y organizaciones no gubernamentales para desarrollar programas de erradicación del trabajo infantil. Estas iniciativas se han basado en la formulación de políticas integrales que abarcan desde la mejora de la infraestructura educativa hasta la generación de oportunidades laborales para los padres, permitiendo que la niñez se libere del ciclo de explotación.

En Asia, países con altos índices de trabajo infantil han implementado exitosamente campañas de sensibilización y programas de transferencia condicionada de efectivo, acompañados de un fuerte componente educativo. Estas medidas han contribuido a reducir significativamente la incidencia del trabajo infantil en comunidades donde la pobreza era endémica. La experiencia de estos países resalta la importancia de contar con estrategias adaptadas a las realidades locales y de trabajar en conjunto con la comunidad para abordar las causas subyacentes.

Por otro lado, la cooperación internacional se manifiesta a través de proyectos financiados por organismos multilaterales y agencias especializadas. Estas iniciativas, orientadas a promover el desarrollo sostenible y la inclusión social, han permitido la implementación de programas piloto que abordan desde la capacitación técnica de los padres hasta la creación de centros de apoyo para niños en riesgo. La sinergia entre políticas nacionales y esfuerzos internacionales ha demostrado ser esencial para superar barreras estructurales y cerrar las brechas que perpetúan el trabajo infantil.


Desafíos y Perspectivas de Futuro en la Erradicación del Trabajo Infantil


A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, la erradicación del trabajo infantil se enfrenta a desafíos complejos y multifacéticos. La persistencia de desigualdades económicas, la inestabilidad política y los efectos de crisis globales –como la reciente pandemia–, plantean obstáculos adicionales a la consolidación de las iniciativas existentes. Por ello, es necesario reforzar el compromiso internacional y adaptar las estrategias de lucha a entornos cambiantes.

Uno de los principales desafíos futuros es la consolidación de sistemas de protección social robustos que permitan prevenir la incorporación de niños al mercado laboral en situaciones de vulnerabilidad. Esto implica no solo la formulación de políticas públicas efectivas, sino también la asignación adecuada de recursos financieros y la implicación activa de la sociedad civil. La innovación tecnológica y la digitalización también pueden jugar un papel clave para monitorear y evaluar las condiciones laborales, identificando tempranamente situaciones de riesgo y facilitando la intervención oportuna.

Asimismo, la globalización y el auge de las cadenas de suministro internacionales plantean un reto adicional: la explotación infantil puede trasladarse a áreas de difícil fiscalización y control. En este contexto, es imperativo que las empresas y marcas internacionales asuman una responsabilidad ética y social, implementando mecanismos de transparencia y auditoría que garanticen el respeto de los derechos de la infancia en todas las etapas de su producción. La colaboración entre gobiernos, organismos internacionales y el sector privado resulta esencial para establecer estándares laborales que protejan a los más vulnerables.

La consolidación de este esfuerzo internacional requiere, además, de un seguimiento riguroso de los compromisos adquiridos en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Meta 8.7, que insta a la erradicación de todas las formas de trabajo infantil para el año 2025, representa un faro orientador en la definición de políticas y acciones. Sin embargo, alcanzar esta meta depende de la capacidad de coordinación y del compromiso político de cada nación, lo que supone un reto que exige innovación, flexibilidad y una visión a largo plazo.


El Papel de la Comunidad Internacional y el Rol de la OIT


La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha sido determinante en la formulación e implementación de políticas destinadas a combatir el trabajo infantil. A través de sus convenios y programas de sensibilización, la OIT ha logrado articular esfuerzos que movilicen tanto a gobiernos como a la sociedad civil para la protección de la infancia. El Convenio n.º 182, ratificado de manera universal, y el Convenio n.º 138 han sentado las bases para una legislación que, en teoría, garantiza un marco mínimo de protección para los niños y niñas en situación de riesgo.

Además, la OIT ha impulsado campañas globales y encuentros internacionales que permiten compartir buenas prácticas, evaluar avances y redoblar esfuerzos en la lucha contra las peores formas de trabajo infantil. Estas iniciativas han estimulado el desarrollo de redes de colaboración entre países, contribuyendo a la creación de foros de diálogo que abordan tanto los aspectos técnicos como los socioeconómicos del problema. La coordinación en este ámbito es vital, ya que la complejidad del fenómeno exige respuestas integrales y multidisciplinarias que abarquen desde la legislación hasta la implementación de programas de desarrollo social.

La cooperación entre entidades internacionales también ha permitido la movilización de recursos financieros, técnicos y humanos necesarios para ejecutar proyectos en las regiones más afectadas. Organizaciones no gubernamentales y agencias de cooperación han complementado los esfuerzos de la OIT mediante proyectos piloto y programas de asistencia que han generado resultados tangibles en comunidades donde el trabajo infantil era endémico. Esta sinergia demuestra que la lucha contra el trabajo infantil requiere de una acción coordinada a nivel global, en la que cada actor aporte su experiencia y recursos para alcanzar un objetivo común: la erradicación de una práctica que viola los derechos fundamentales de la infancia.


La Importancia de la Investigación y el Análisis en la Formulación de Políticas


La formulación de políticas públicas efectivas para combatir el trabajo infantil se basa en un análisis riguroso y en la aplicación de estudios científicos y estadísticos que permitan identificar las causas subyacentes y evaluar el impacto de las intervenciones. Institutos de investigación, universidades y organismos internacionales han desarrollado investigaciones que abarcan desde el análisis de tendencias históricas hasta estudios de caso específicos en regiones vulnerables. Estos estudios aportan datos esenciales que permiten diseñar estrategias orientadas a reducir la incidencia y a mitigar los efectos del trabajo infantil.

El uso de metodologías interdisciplinarias ha permitido integrar variables económicas, sociales y culturales en el análisis del fenómeno. Esto ha dado lugar a modelos predictivos que ayudan a administrar mejor los recursos y a focalizar las intervenciones en áreas donde la vulnerabilidad es mayor. La inversión en investigación es crucial, ya que a través de la generación y difusión de conocimiento se pueden identificar nuevas estrategias y tecnologías que contribuyan a fortalecer los sistemas de protección y a mejorar la eficacia de las políticas implementadas.


La Interacción entre el Sector Privado y las Políticas Públicas


El compromiso del sector privado es fundamental para la erradicación del trabajo infantil. Las empresas, al integrar cadenas de suministro globales, deben asumir responsabilidades éticas que vayan más allá del mero cumplimiento de normativas. La presión del mercado y la concienciación social han llevado a muchas compañías a desarrollar programas de auditoría interna, transparencia en sus procesos productivos y alianzas estratégicas con organismos internacionales para garantizar que sus operaciones no sean cómplices de la explotación infantil.

La implementación de sistemas de certificación y la adopción de estándares internacionales han permitido que tanto empresas como consumidores tomen decisiones informadas, promoviendo la transparencia y la responsabilidad social. Estas iniciativas, complementadas con campañas de sensibilización y educación dirigidas a proveedores y trabajadores, han contribuido a transformar la dinámica de producción en sectores vulnerables. Al actuar en conjunto, el sector privado y las políticas públicas pueden generar un impacto real y sostenible en la lucha contra el trabajo infantil.


Perspectivas de Futuro y Necesidad de Innovación


El reto de erradicar el trabajo infantil exige una visión a futuro que combine innovación, cooperación internacional y políticas de desarrollo integrales. La incorporación de tecnologías digitales y sistemas de monitoreo en tiempo real puede facilitar la detección temprana de situaciones de riesgo, permitiendo intervenciones más ágiles y efectivas. Herramientas como la inteligencia artificial y el análisis de big data pueden optimizar la gestión de la información y apoyar la toma de decisiones en el ámbito de la protección infantil.

Asimismo, la integración de la comunidad en la formulación de políticas públicas es esencial para garantizar soluciones adaptadas a la realidad local. La participación activa de padres, líderes comunitarios y educadores puede contribuir a diseñar estrategias que tengan en cuenta las particularidades culturales, económicas y sociales de cada región. Este enfoque participativo no solo fortalece la implementación de políticas, sino que también genera una mayor conciencia y compromiso colectivo en la erradicación del trabajo infantil.

El futuro en la lucha contra el trabajo infantil pasa por consolidar un consenso global en el que cada actor, desde entidades internacionales hasta organizaciones locales, colabore estrechamente. La superación del problema requerirá inversiones sostenidas en educación, salud y protección social, así como la promoción de entornos laborales dignos para los adultos, de modo que la dependencia del trabajo infantil quede definitivamente relegada al pasado. La meta de eliminar todas las formas de trabajo infantil para el año 2025, planteada en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sigue siendo un desafío ambicioso, pero alcanzable si se fortalece el compromiso colectivo y se redoblan los esfuerzos en cada esfera de la sociedad.


Epílogo: Hacia un Futuro sin Trabajo Infantil


En resumen, el Día Internacional contra el Trabajo Infantil se erige como un recordatorio y una llamada inaplazable a la acción para erradicar un fenómeno que priva a millones de niños de su derecho a una infancia plena y protegida. La revisión histórica del trabajo infantil revela un origen marcado por la explotación durante la Revolución Industrial y un proceso de reivindicación que ha llevado a la adopción de convenios internacionales de gran relevancia, como los de la OIT. Sin embargo, pese a importantes avances, factores estructurales como la pobreza, la inestabilidad política y la falta de acceso a la educación continúan alimentando esta problemática.

El análisis detallado de la situación actual demuestra que el trabajo infantil impacta no solo en la salud física y psicológica de los menores, sino también en el desarrollo socioeconómico de las naciones. Es imperativo comprender que combatir el trabajo infantil implica intervenir en un complejo entramado de causas que demandan respuestas multidimensionales. La implementación de políticas públicas integrales, el fortalecimiento de los sistemas de protección social y la colaboración activa entre gobiernos, sector privado y sociedad civil son pasos imprescindibles hacia la erradicación de la explotación infantil.

Mirando hacia el futuro, la innovación y la participación comunitaria se perfilan como elementos clave para transformar la realidad de millones de niños en situación de vulnerabilidad. Las tecnologías emergentes ofrecen nuevas herramientas para monitorear, evaluar y actuar de manera preventiva ante los riesgos que propician el trabajo infantil. Al mismo tiempo, el compromiso ético del sector empresarial y la voluntad política para destinar recursos a la educación y al desarrollo social pueden marcar la diferencia en la lucha por un mundo libre de explotación infantil.

Este recorrido por la historia, el impacto y las estrategias contra el trabajo infantil nos invita a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de unir esfuerzos en pos de un futuro donde cada niño pueda disfrutar de su derecho fundamental a la educación, la salud y la protección. La lucha contra el trabajo infantil es, en esencia, una lucha por la justicia social, la equidad y el desarrollo humano. Es responsabilidad de toda la comunidad internacional garantizar que las voces de los niños sean escuchadas y que sus derechos sean respetados sin excepción.

En conclusión, el Día Internacional contra el Trabajo Infantil nos llama a actuar con determinación y compasión. La historia nos enseña que, a través de la cooperación y la solidaridad, es posible superar desafíos aparentemente insuperables. Al fortalecer los marcos jurídicos, optimizar las políticas públicas y promover la inclusión educativa, podemos allanar el camino hacia una sociedad en la que ninguna infancia se vea comprometida por la necesidad económica o las condiciones adversas. La erradicación del trabajo infantil es una meta ambiciosa, pero alcanzable, que depende del compromiso colectivo y de la implementación de soluciones innovadoras y sostenibles.

El desafío que tenemos por delante es mayúsculo, pero cada paso dado en la dirección correcta representa un avance hacia un futuro donde la niñez esté protegida y empoderada para alcanzar su máximo potencial. La lucha continúa, y en cada 12 de junio se renueva la promesa de trabajar juntos en favor de un mundo libre de explotación infantil, donde la educación, la salud y el bienestar sean derechos inalienables de toda la infancia.


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