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Negros de San Benito: tradición afrovenezolana viva

Procesión de los Negros de San Benito en Bobures: tambores, fe y resistencia afrovenezolana en una celebración que honra la memoria ancestra...


Procesión de los Negros de San Benito en Bobures: tambores, fe y resistencia afrovenezolana en una celebración que honra la memoria ancestral y la identidad cultural.
Procesión de los Negros de San Benito en Bobures: tambores, fe y resistencia afrovenezolana en una celebración que honra la memoria ancestral y la identidad cultural.


Introducción: contextualización y relevancia


En el corazón del occidente venezolano, cada diciembre se alzan los tambores, las gaitas y los cantos en honor a San Benito de Palermo. Esta celebración, protagonizada por los llamados “Negros de San Benito”, no es solo una expresión religiosa: es una afirmación identitaria, una resistencia cultural y una memoria viva de los pueblos afrodescendientes. En tiempos donde las tradiciones corren el riesgo de ser folklorizadas o descontextualizadas, el culto a San Benito se mantiene como un ritual profundamente arraigado en la historia, la espiritualidad y la lucha por el reconocimiento. Este artículo investiga su origen, evolución y vigencia, desde una mirada crítica y situada.


Contexto Histórico: evolución y definiciones


San Benito de Palermo, también conocido como “el Moro”, nació entre 1524 y 1525 en San Fratello, Sicilia, hijo de esclavos africanos manumisos. Su canonización como santo católico en 1807 lo convirtió en símbolo de devoción para comunidades afrodescendientes en América Latina. En Venezuela, su culto se arraigó especialmente en el sur del Lago de Maracaibo, Estado Zulia, desde el siglo XVII, cuando sacerdotes franciscanos lo introdujeron como estrategia de evangelización en las haciendas esclavistas. La figura del santo negro fue adoptada por los esclavizados como símbolo de protección, justicia y dignidad espiritual.

La festividad comienza el 27 de diciembre y se extiende hasta el 6 de enero, con variaciones locales. En Bobures, Gibraltar, Palmarito y otras poblaciones zulianas, los “Chimbángueles” —expresiones músico-teatrales de origen africano— marcan el ritmo de las procesiones. En los Andes, los “Giros de San Benito” entretejen cintas alrededor de un palo ceremonial, mientras los Vasallos danzan con bastones y maracas. Estas prácticas, aunque diversas, comparten un núcleo común: la fusión de espiritualidad cristiana con cosmovisiones africanas, indígenas y populares.


Análisis Detallado: datos y estudios


Según investigaciones etnomusicológicas realizadas por el Instituto de Patrimonio Cultural en 2019, los ritmos de tambora que acompañan a San Benito derivan de tradiciones Ewe-Fon (Benín y Togo), Efik (Nigeria) e Imbangala (Angola), traídas por el régimen esclavista. Estos ritmos evolucionaron en Venezuela hasta influir en la gaita zuliana moderna, especialmente a finales del siglo XIX. El canto “Ajé, Ajé San Benito, Ajé” —entonado durante las procesiones— es un sincretismo con la deidad Ajé, señor de las aguas azules, venerado por mujeres Efik en África occidental.

Un estudio antropológico de la Universidad del Zulia en 2021 identificó más de 40 variantes rituales del culto en los estados Zulia, Mérida, Trujillo, Lara, Yaracuy y Falcón. Aunque no existen cifras oficiales de devotos, se estima que más de 300.000 personas participan anualmente en las festividades, con epicentro en Bobures. La transmisión oral, la participación comunitaria y la música son los principales vectores de preservación. Sin embargo, el culto enfrenta desafíos: la folklorización turística, la pérdida de referentes históricos y la falta de políticas públicas que reconozcan su valor patrimonial.


Los Chimbángueles: resistencia en clave de tambor


Los Chimbángueles son agrupaciones de tamboreros y vasallos que ejecutan ritmos frenéticos durante las procesiones. Formados por ocho tambores —mayor, medio golpe, respondón, requinta y segundo— y respaldados por hasta 20 danzantes, representan una síntesis de culturas africanas adaptadas al contexto venezolano. Su ejecución no es solo musical: es una ofrenda, una invocación y una forma de resistencia. En palabras de investigadores del Museo de América de Madrid, que expuso esta tradición en 2022, los Chimbángueles son “una manifestación auténtica que irradia fuerza desde el sur del Lago de Maracaibo”.


Los Giros de San Benito: danza, devoción y memoria


En los Andes venezolanos, los Giros de San Benito constituyen una danza ritual que combina estética, espiritualidad y memoria. Los participantes tejen y destejen cintas alrededor de un palo ceremonial, saludan la imagen del santo con la “Danza de Frente” y ejecutan figuras coreográficas que evocan ciclos de vida, cosecha y renovación. En Mucuchíes, los Vasallos agitan maracas, entrechocan bastones y golpean el suelo en una coreografía que remite a antiguos rituales de fertilidad. Esta práctica, documentada por antropólogos en 2020, revela cómo el culto se adapta a las geografías y cosmovisiones locales sin perder su esencia.


Casos de Estudio: ejemplos reales


En Bobures, Estado Zulia, cada 27 de diciembre se realiza una de las procesiones más multitudinarias del país. Miles de devotos acompañan la imagen de San Benito con gaitas, tambores y baños de ron, agradeciendo favores concedidos. La ofrenda incluye alimentos, flores y velas, colocadas ante el santo como muestra de fe. En Trujillo, la festividad comienza con un rosario cantado, seguido por ceremonias como “El Juego de la Botella” y “La Gaita”, que combinan devoción y teatralidad. En Lara y Yaracuy, comunidades afrodescendientes han revitalizado el culto como forma de reivindicación identitaria, integrando talleres, foros y actividades escolares.


Celebración de San Benito en Venezuela: devoción afrodescendiente expresada con tambores, danzas y rituales que preservan la memoria ancestral y la identidad popular.

Celebración de San Benito en Venezuela: devoción afrodescendiente expresada con tambores, danzas y rituales que preservan la memoria ancestral y la identidad popular.


Conclusión: síntesis y proyección


El culto a San Benito de Palermo, encarnado por los Negros de San Benito, es mucho más que una festividad religiosa. Es una expresión de resistencia, memoria y dignidad afrovenezolana. Su vigencia demuestra cómo las tradiciones pueden adaptarse sin perder su esencia, y cómo la espiritualidad puede ser vehículo de identidad y justicia. En un país marcado por tensiones sociales y culturales, esta celebración ofrece una lección de cohesión, creatividad y fe. Su preservación requiere políticas públicas, investigación académica y compromiso comunitario.


Epílogo: reflexión final


Cuando los tambores repican y los cantos se elevan al cielo, no solo se honra a un santo: se honra a los ancestros, a los pueblos que resistieron la esclavitud y a las comunidades que siguen luchando por su lugar en la historia. Los Negros de San Benito no son una postal turística ni una curiosidad folklórica. Son guardianes de una tradición que, a golpe de tambora, sigue diciendo: “Ajé, Ajé San Benito, Ajé”.

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